Daniel Alves Da Silva, más conocido como Dani Alves, nació en el seno de una familia humilde el 6 de mayo de 1983, en Juazeiro, ciudad del estado brasileño de Bahía, Brasil.
Sus 4 hermanos recuerdan que ya con 6 seis añitos no paraba de garabatear con su nombre todas las paredes de la casa y sus cuadernos del colegio, alegando que practicaba su firma para cuando fuera famoso.

Su padre, Domingos Alves Da Silva, agricultor de oficio, comenta de él que, de niño, Dani ya era diferente a los demás.
A edad muy temprana, Dani se levantaba junto a su padre a las 4 de la madrugada para empezar a trabajar a las 5 en el campo de Salitre, población situada a 30 km de Juazeiro.
Allí ayudaba a su padre todos los días sin descanso trabajando la tierra, con una climatología extrema de 6 meses de lluvia y 6 meses de sequía. Ante esas condiciones, los resultados de la cosechas nunca estaban asegurados, un año daban dinero, al siguiente no, y así sucesivamente.
Dani ayudaba en todo lo que podía: haciendo de agricultor, comerciante e incluso de camarero. Aún y así, el atleta sacaba tiempo para su mayor pasión: jugar al fútbol con sus amigos en los campos de tierra de la zona para lograr algún día su gran sueño, el de llegar a ser futbolista. Era consciente, sin embargo, de que no iba a resultar nada fácil.
Tampoco le resultaba sencillo desplazarse a las instalaciones deportivas, pues estas quedaban lejos de donde él vivía, Juazeiro, situado en el interior de Bahía.

La vida de este joven bahiano no fue fácil y, aunque él asegura que era feliz, no hay que olvidar que se levantaba muy temprano para ayudar a su padre, dormía en una cama de cemento y tenía que llegar a soportar temperaturas de hasta 40ºC mientras trabajaba en el campo.
En la tierra seca del sector bahiano, el señor Domingos Alves se las apañaba, con la ayuda de sus hijos, para plantar y recoger melones y cebollas, que más tarde vendía para sacar a la familia adelante.
El padre de Dani, también muy aficionado al fútbol, consiguió la difícil tarea de encontrar tiempo para montar su propio equipo de fútbol, el Palmeiras de Salitre. Dani, con tan solo 10 años, jugaba de extremo o media punta con compañeros de mayor edad que él.

La verdad es que como extremo no marcó muchos goles y, con el paso del tiempo, fue retrasando su posición hasta situarse como lateral derecho, demarcación que conserva a día de hoy. Viendo sus inicios, no cuesta entender su marcado carácter ofensivo.
El responsable de tal decisión fue un entrenador llamado Caboclinho y, a juzgar por los resultados, parece ser que no se equivocó. Nadie hubiera dicho por aquel entonces que, en un futuro, Dani se convertiría en el mejor lateral derecho del mundo.
Llegados a los 13 años de edad, Alves se fue a Juazeiro con sus hermanos y allí vivieron en una casa alquilada. Dani, a menudo, faltaba a las clases para entrenar día y noche en las categorías inferiores del equipo.

El entrenador del Palmeiras de Salitre era José Carlos Queiroz, que fue requerido para entrenar al Bahía y se quería llevar consigo a Lucas, el jugador referente de aquel equipo. Pero el club, para dejarlo marchar, puso como condición que se llevara también a Dani Alves.
A los 15 años de edad, Dani vivía en Bahía y jugaba en los Juniors (el equipo B de Bahía). Allí vivió muchas experiencias, algunas buenas y otras malas, pero las adversidades nunca le impidieron persistir en la búsqueda de su sueño.
A Dani, la deseada llegada a los profesionales le cayó del cielo cuando se estaba preparando para realizar un viaje con los Juniors para disputar la Copa Nordeste, en Recife. El encargado de darle la noticia fue el coordinador del equipo, el cual le dijo que debía presentarse ante Evaristo Macedo (ex-jugador del Barça y del Madrid y entrenador por aquel entonces de los profesionales del Bahía) para ser integrado al primer equipo. La respuesta de Dani fue de total incredulidad: pensaba que realmente que se trataba de una broma, y siguió con la preparación de su maleta para realizar el viaje. No se creyó la noticia hasta que se lo confirmó otro emisario del club.

Conforme iba llegando a la convocatoria, Dani no podía dejar de pensar si sería suplente o si, por lo contrario, habría llegado el momento de debutar con el primer equipo. Al fin, Evaristo desveló sus dudas y le comunicó que saldría de titular.

Su debut como profesional fue contra el Paraná, ya en la recta final del campeonato Brasilero de 2001. El Bahía ganó 3-0, y el partido transcurrió como una seda para Dani. Consiguió una asistencia de gol y provocó un penalti. Fue de tal magnitud el partidazo realizado que los aficionados del Bahía arrancaron a cantar: ¡Daniel titular! ¡Daniel titular! ¡Daniel titular! ¡Daniel titular!.