Inexplicable. Que el Barça no fuese capaz de vencer ayer al Mallorca a pesar de un primer tiempo de lujo y a pesar de que se adelantó en el marcador con un gran gol de Messi tiene muy difícil explicación.
Es una pesadilla. Cosa de brujas. Quizás la fe de Kurban Berdyev en su creencias religiosas. Sea lo que sea, no hay manera de acabar con el azote del Barça de Pep Guardiola, el ultradefensivo Rubin Kazan, contra el que sólo ha ganado dos de los nueve puntos disputados en dos años.
El campeón ya ha recuperado sobradamente el desgarro que le provocó el Hércules. Los seis puntos del Calderón y San Mamés compensan aquel desaguisado, a pesar de que el Barça se complicó mucho la vida en los minutos finales de un partido que estuvo marcado por el 0-0 del Madrid en Valencia.
Con o sin Leo Messi, esta Liga habrá que sudarla, y mucho. Anoche el campeón sumó sus tres primeros puntos en el Camp Nou ante un Sporting humilde pero desacomplejado que creó muchos problemas para crear juego y que, lejos de acobardarse, si no fue más peligroso en ataque fue gracias a la disciplina con que se replegó siempre. el Barça y al partidazo del mariscal Milito.
Guardiola puso fin a su maldición en el Calderón en la Liga después de que su equipo superara con nota su primera salida comprometida ante el hasta ayer líder. Lo mejor fue el resultado (1-2) y la imagen que volvió a ofrecer el Barça.