El Barça salió con tres defensas y Dani Alves como extremo derecho. En realidad, era lo de menos. Lo que fundió los plomos del Santos fue el juego de combinación endiabladamente rápido y preciso de los interiores, Xavi e Iniesta, en constantes permutas de posición con Cesc y Messi, que se repartían el eje central del ataque. Junto con Thiago, escorado a la izquierda en la pizarra de Guardiola, formaron un quinteto letal, con Alves dando profundidad por la derecha y Busquets fijando el centro del campo. Así llegaron los goles, a través de una elaboración de conjunto, obras corales…