Cuando Luis Enrique, preguntado por lo malos resultados del Barça en Anoeta, donde no gana desde 2007, contestó que “es algo para reflexionar tranquilamente y valorar en profundidad” no se podía ni imaginar que en el minuto 5 el equipo azulgrana y a iba a ir perdiendo 1-0 ante la Real Sociedad tras un inicio de partido muy pobre, en la línea de las desconexiones que costaron cuatro derrotas y un empate en las cinco últimas Ligas. Es cierto que el gol de Alba en propia portería en el 1-0 de la pasada temporada todavía llegó antes, en el 2’, de lo que se deduce que con la reflexión y valoración apenas se ganaron un par de minutos mal contados para evitar un desaguisado similar.
No fue un autogol como el citado de Alba, el de Song en el 3-1 de la 2013-14 o el de Mascherano en el 3-2 de la 2012-13. Algo es algo, pero no se entiende un inicio de partido con tan escasa energía, conociendo los triunfos previos de Atlético y Madrid sobre Espanyol y Eibar, respectivamente. Si se juega con fuego, a veces uno se quema. La ventaja ya sólo es de tres puntos sobre los colchoneros y cuatro respecto a los merengues. Un punto de los últimos nueve en Liga no es el mejor trampolín para visitar al propio Atlético en la vuelta de los cuartos de final de la Champions tras el 2-1 de la ida. Todo muy preocupante.
No fue un gol en propia portería, pero poco le faltó. La Real Sociedad no tuvo que pensar demasiado para que Xabi Prieto colgara un balón al área con su calidad habitual para que el joven Mikel Oyarzabal, de 18 años, conectara un gran cabezazo que superó la estirada de Bravo. Eusebio Sacristán ha confiado en este valor de la cantera donostiarra que sin ser extraordinario en nada lo hace todo muy bien.
El Barça tuvo la oportunidad muy pronto, en el 6’, de arreglar el problema, pero Messi disparó alto en posición inmejorable a la salida de un córner con la pierna derecha. El equipo de Luis Enrique necesitaba la reacción rápida para no sentirla presión de los resultados de sus perseguidores ligueros, pero no la encontró y todavía pesó más ese 1 de 6 puntos logrados ante Villarreal (2-2) y Madrid (1-2) en la dos últimas jornadas.
Lento, previsible, el Barça dejó pasar la primera parte sin apenas acercarse con peligro a la portería de Rulli salvo con un disparo de Arda Turan en el 33’ tras dejada de Neymar. El balón del turco, con poca fe pese a tratarse de una clarísima opción de gol, murió en las manos de Rulli. La Real, replegada, lo confió todo a las contras, aunque tampoco inquietó más a Bravo. Cien por cien de efectividad la suya.
Cambios infructuosos
Quedó claro en el descanso que la ausencia del sancionado Luis Suárez pesaba y que no funcionaba la titularidad de Arda y Rafinha como interiores para dar descanso a Iniesta y Rakitic. Con la baja del uruguayo no había nada que hacer, Munir no tuvo balones ni presencia. Pero respecto a las otras dos, Luis Enrique rectificó dando entrada a Iniesta en el descanso por Rafinha y a Alba, el tercer reservado, por Arda poco después para que Sergi Roberto, lateral zurdo de inicio, jugara de medio. Poco cambió la cosa, aunque Messi se durmió en boca de gol pensando que estaba en fuera de juego y Rulli colocó una mano milagrosa en una zurdazo de Iniesta que iba a la escuadra.
La segunda parte fue un intento de acoso y derribo del Barça, pero sin apenas ocasiones. Bastó un ordenado planteamiento defensivo de Eusebio para frenar a Neymar, desconocido, y Messi, desacertado incluso en un remate muy claro con la izquierda en boca de gol en el 73’ que le sacó Rulli. El argentino por lo menos lo siguió intentando y un cabezazo en plancha tras pase de Alves fue detenido otra vez por Rulli. El equipo de Luis Enrique, pese a un último intento de Iniesta que desbarató Rulli ya en plan héroe, acabó el encuentro lejos del área de la Real. Horrible.