SD Eibar (0-4) FC Barcelona

Dilluns, 07 Març 2016


Cualquier rival, en cualquier momento y circunstancia, atentará contra el Barça invicto de Messi, Suárez, Neymar…etcétera, pero tendrá que esperar. Enganchado como está al éxito, tan seguro de sí mismo y cómodo en su faceta dominante de todas las competiciones, Eibar fue otra muesca en su fuselaje.

La infinitesimal probabilidad, o esperanza para el Eibar, de que la baja de Neymar dejara cojo al Tridente o sin recursos atacantes al equipo se esfumó pronto, a los ocho minutos con el gol de su sustituto, Munir, bien colocado y listo en una jugada que nació en la derecha con un desmarque al espacio excepcional de Luis Suárez.

El uguayo fabricó de hecho el gol del canterano, que sólo debió empujar el balón para dejar el marcador si no imposible para el modesto equipo eibarrés desde luego demasiado cuesta arriba y demasiado pronto para abrir el partido. Debió seguir su guión defensivo, consciente que el Barça mantendría sus constantes vitales y buscaría el segundo en Ipurua, un estadio donde el factor campo no pesa tanto por la intimidación de la grada como por la sensación de caja de zapatos.
Igualmente el Barça se adaptó y consiguió dañar con regularidad la línea defensiva del rival, a menudo como en el primer gol, con balones por detrás de los centrales. Luis Suárez y Munir pudieron dejar el partido muy bien encarrilado en sendas ocasiones malogradas que, por el otro lado, dieron aire al Eibar, muy capaz de generar centros de esos ingleses bien jaleados por su gente y con relativo peligro para Bravo.

Tras una serie de acciones de ese tipo, la defensa despejó en largo sobre Messi, que le robó el balón al adversario sólo con la mirada, un error letal y perfectamente aprovechado por Leo con una internada por el centro, mareando a toda la defensa hasta llegara su zona de remate preferida, nada más pisar el área, para cruzar el balón se diría que con una asombrosa facilidad y sin que nadie se le pudiera acercar ni a un metro en los cuarenta que duró su galopada. El meta Riesgo maldijo, desesperado, al mejor jugador de la historia.

Quedando muy poco para el descanso muy fuerte habría de ser el Eibar y un gran motivador Mendilibar para superar el peso psicológico de ese segundo gol, producto además de su propio miedo y vulnerabilidad más allá de la manifiesta superioridad del Barça.

El paso siguiente en el segundo tiempo era arriesgar, dar un pasito adelante, dejar alguna puerta abierta y esperar un desfallecimiento o exceso de confianza azulgrana. Ya se sabe que con el enorme riesgo añadido de más claros y frecuentes contragolpes. Con un gol más el partido estaría visto para sentencia.

En efecto, la asombrosa lucidez de Messi decidió el partido, o lo remató mejor dicho con una diabólica internada en el área, hasta a la línea de fondo, donde provocó un penalti que él mismo lanzó a lo panenka, ahora sí presentando su candidatura al Pichichi y a lo que haga falta.

Mala tarde para Cristiano Ronaldo, pues sus cuatro goles no sirvieron finalmente para reducir distancias y encima Messi empieza a desperezarse en el ranking de realizadores.

Luis Suárez, destacado por mantener tensa a toda la defensa contraria desde el minuto uno, lo había intentado todo, aún sin sensación de ansiedad pero desde luego con suficiente trabajo acumulado para una recompensa superior a la buena nota. La obtuvo con otra espectacular acción individual, a su más puro estilo en una contra maravillosamente servida por Sergi Roberto.

Con todo, fue colectivamente donde el Barça mostró de nuevo esa solidez y armonía sin la cual no se avanza con esta firmeza y sin perder durante tantas jornadas. Messi, futbolista y divinidad, dejó de nuevo su sello en Ipurua, donde ya había marcado dos goles la temporada anterior. Le gusta Eibar, le gusta el gol, le gusta el Barça. Estupendo.

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  • Font: Mundo Deportivo

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