AT. MADRID (1-2) FC BARCELONA

Dilluns, 14 Setembre 2015


Dos jugadores dejaron su firma imborrable en el césped del Vicente Calderón. Dos jugadores de primer nivel mundial resolvieron un partido que iba camino de convertirse en una tortura hasta que aparecieron Neymar y Messi para dejar su sello a orillas del Manzanares, silenciar a la bulliciosa afición del Atlético y certificar una victoria de enorme prestigio, rubricada con dos golazos, pero trabajada por todo el equipo del primer al último minuto. Fue uno de esos triunfos que valen mucho más que tres puntos, de los que impulsan a un equipo y refuerzan el sentido de grupo. Y curiosamente, con Messi empezando el partido en el banquillo.

Fue ahí, en esa decisión de Luis Enrique, donde se empezó a jugar el duelo del Calderón. El Atlético se frotaba las manos ante la ausencia de Leo, pero el Barça supo competir desde el arranque del partido con solvencia y solidez. Pese a perder la referencia de Messi, faro indiscutible del equipo, el Barça acumuló méritos suficientes para cerrar el partido antes del descanso: el Atlético amagó con golpear primero, en una aproximación de Fernando Torres, pero el equipo de Simeone lo fió todo a su capacidad para lanzar el contragolpe, a la inspiración de Torres o la habilidad de Griezmann. El Barça tuvo muchos más recursos y no tardó en empezar a demostrarlo: un remate al larguero de Suárez, un disparo a bocajarro de Rakitic, otro de Neymar que acabó impactando en las manos de Giménez, ante la indolencia de Mateu Lahoz, ese árbitro que ha convertido el ‘jueguen, jueguen’ en su filosofía de vida.

Pero al Barça le fallaba la puntería y no le acompañaba la suerte: en el ecuador de la primera parte cayó lesionado Vermaelen, nuevamente con problemas musculares (le sustituyó Mathieu, que fue de menos a más) y pese a la excelencia de Iniesta a la batuta del equipo y la valentía de Neymar, siempre ofreciéndose ante la hostilidad del Atlético, el Barça se resignó a llegar al descanso a cero.

En el arranque de la segunda parte, el partido se convirtió en un volcán: el Barça levantó el pie del acelerador, redujo la presión en campo rival y el Atlético solo tardó siete minutos en aprovecharlo. Lo hizo Torres, que culminó un contragolpe
seco como un latigazo, un puñal en la vía libre que dejaron Mascherano y Mathieu en el centro de la defensa. El ‘Niño’ progresó libre de marca y superó a Ter Stegen con un disparo cruzado.

Con Messi aún en el banquillo y la grada del Calderón en plena efervescencia, el panorama del partido se ensombrecía, pero el Barça tiró de coraje y de talento.

En medio de la duda emergió Neymar, siempre valiente, para pedir la palabra. El brasileño puede pecar de frívolo o perderse en los adornos, pero nunca se esconde: condujo la pelota en el borde del área y sacó una falta que acabaría convirtiéndose en un tesoro. La tiró de manera impecable, ajustadísima a la escuadra derecha de Oblak, imposible para el portero del Atlético. Un lanzamiento perfecto que volvía a meter en el partido al Barça, apenas dos minutos después del gol de Torres. Con los goles, el partido se abrió sin remedio.

Era el escenario perfecto para que irrumpiera Messi: fue extraño ver al ‘10’ calentando en la banda, esperando junto al cuarto árbitro, cumpliendo la liturgia de los suplentes.

El argentino entró por Rakitic y Rafinha retrocedió unos metros para jugar en la medular. El equipo blaugrana recuperaba una referencia indiscutible, aunque el Atlético no se amilanó (Simeone dio entrada a Jackson Martínez y a Ferreira para refrescar a su equipo).

Y Messi tardó exactamente 18 minutos en decantar el partido. Lo hizo al ponerle la guinda a una jugada extraña, que tuvo algo de barullo pero también de rondo, una mezcla de orden y caos, de pizarra y de improvisación, resuelta gracias a la generosidad de Suárez y al instinto de Leo. El balón merodeaba por el borde del área del Atlético, entre rebote y rebote, hasta que Jordi Alba encontró a Suárez, libre de marca en el punto de penalti. El uruguayo prefirió buscar a Messi, que se incorporó desde atrás como una flecha para batir a Oblak con un toque sutil. Todo el equipo lo celebró con la intensidad de los goles decisivos mientras Leo buscaba las cámaras para enviar un gesto a su hijo recién nacido, Mateo. No era para menos: una celebración extraordinaria para una victoria extraordinaria.

Seguidamente podeis ver la galeria de fotografías del partido y un video resumen:

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  • Font: Sport

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