FC Barcelona (3-1) Eibar

Segunda, 26 Outubro 2015

El domingo largo de la asamblea descafeinada dio paso al fútbol. Descafeinada porque se votó lo que siempre se vota y siempre se aprueba. Que sea así, bastantes pollos le han montado al club sus enemigos. El único Catar que existió ayer fue el que luce en las camisetas del primer equipo. Frente a ellos, el Eibar, una entidad cuyo fichaje estrella (300.000 euros por Inui) es infinitamente más barato que el más caro del Barça. Con Mendilibar en el banquillo, un grande como Paco Jémez al que los blaugrana suelen golear. No por ellos dejan de ser grandes.

Por si quedaba alguna duda entre los incrédulos, intercambio de golpes al inicio con Neymar en plan ‘globetrotter’ (caño de videoteca incluido), centro de Alves a Suárez y contra de libro tras pérdida de Bartra que acabó en gol. Borja dejó solo a Keko Gontán ante Bravo. El chileno rechazó y el rechace llegó a Borja, que alargó su bastón como hace Goku para hacer el 0-1. Una racha como la del canterano del delantero del Eibar no la para ni el Camp Nou. Demasiada fiesta para solo diez minutos. Y el Barça no se había tomado ni una triste cerveza. Todo para el Eibar, en Primera pese al empate ante el Deportivo la temporada pasada. Hay cosas que no se olvidan, debieron pensar.

Neymar, el mejor del Barça en los veinte primeros minutos, cayó en el área empujado por Capa. No hubo denuncia anónima, pero no fue necesario. Un penalti de libro que Del Cerro Grande no quiso pitar. El brasileño no cae bien entre el colectivo arbitral. Es como la relación que tienen los municipales, en este caso los árbitros, con los jóvenes ‘echaos pa’lante’ que usan un Tavi, en este caso Neymar, en lugar del tuvo de escape reglamentario. El enfado en la grada duró poco porque Suárez hizo el empate. Un balón largo de Neymar al segundo palo lo metió al área pequeña Sandro de primeras para que el uruguayo, de cabeza, hiciera el empate.

El Eibar, poco a poco, perdió valentía porque no hay que confundir ser valientes con imprudentes. El Barça, con el empate, parecía satisfecho, sin darse cuenta de que el 1-1, a nivel numérico, significaba lo mismo que lel 0-0. Sandro, a centro de Busquets, tuvo una buena ocasión dentro del área para deshacer la igualada, pero no acertó en el remate. Las ocasiones caían por inercia como caen las olivas maduras del olivo. No tanto porque alguien se dedicara, con una vara de madera, a sacudir el árbol. Y por inercia pocas veces se gana en el fútbol. ¿Quién sacudía al Barça? El Eibar parecía cómodo y prueba de ello es que Gontán tuvo el segundo para su equipo. La jugada acabó en córner. O despertaban los blaugrana, poniendo más fútbol, o el Eibar, poco a poco, se sentía más cómodo en su papel. Llegó el descanso y con el descanso, el segundo tiempo.

Neymar, pese al ‘poli’ que le pisaba los talones, seguía a lo suyo tras el descanso del bocata de lujo en el Camp Nou. Perdió el balón, lo recuperó, se dio a la fuga y cedió a Suárez. El charrúa, reivindicándose él y reivindicando la posición de ‘nueve’, que viene a ser lo mismo, marcó. Mucho antes de que controlara ya sabía, sin mirar a puerta, donde iría el balón. 2-1. El Barça sigue echando mano del talento innato de sus futbolistas. No puede ser de otra manera, teniendo lo que tiene Luis Enrique entre manos. 

Pero eso fue (casi) todo en la segunda mitad. Mendilíbar no quería un carro. Los años le han pasado factura y el reciente recuerdo del Rayo le hizo reflexionar. El 2-1 era un resultado más que digno ante un equipo con un Neymar desbocado y un Suárez que lo enchufa todo. ¿Para qué irse de vuelta con la mochila llena si se puede evitar? Aún así, el Barça pudo cerrar el partido a cal y canto (lo acabó haciendo) en varias ocasiones. Faltaba el último pase, sortear el último defensa o poner el centro donde toca. Siempre pequeños detalles. Los detalles hacen al hombre. Los detalles son el fútbol. Siempre se gana, se pierde, se empata o se golea por detalles.

No es que la segunda parte fuera sosa, es que a los dos equipos les iba bien el marcador. El Eibar salía satisfecho del Camp Nou, fuerte por su partido; el Barça sumaba tres puntos. No hay que pedir mucho más. Solo Del Cerro Grande puso algo de salsa, expulsando a Mascherano con la roja directa y dando un espectáculo circense. Y, sobre todo, Suárez, ovacionado por el Camp Nou por su tercer tanto. La obra de un artesano, otro gol construido en la calle, forjado entre bancos de cemento y porterías echas de mochilas escolares cuando tocaba estudiar. Suárez es pura calle, puro instinto. Rodillas peladas de tanto caerse; orgullo por volver a levantarse.  

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  • Fonte: Sport

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